Hoy leí una desafortunada columna de Guarello en contra de la Maratón de Santiago que me dejó sin aliento. Yo no soy runner, más bien soy futbolista, pero he participado en la maratón de Santiago y quiero dejar mi modesta impresión y análisis de participante acerca de lo que significa esta carrera.
Parto por señalar que sólo hay tres maneras de vivir la maratón de Santiago: como televidente, como espectador y como corredor.
Cuando eres el televidente ves muchas cosas que no pasan en la carrera y te pierdes muchas que pasan en la carrera. Por ejemplo, durante la transmisión deberás ver todos los comerciales, las entrevistas a los kinesiólogos, que es lo que el nutricionista de turno recomienda comer antes de la carrera, una niña con unas calzas apretadas haciéndole publicidad a alguna marca deportiva, hasta podrías llegar a ver un avance de las noticias. Desde la comodidad de tu cama un domingo a las 9am empiezas a encontrar tan ridículo el modelo de negocio, y tan picao a gringo eso de los “runners”, y en los nulos logros deportivos que trae esta competencia, y en que es caldo de cultivo para famosillos y agencias publicitarias, y en lo discriminador que es su precio, y es que la polera, y es que el recorrido…
Cuando eres espectador, o sea vas a alguna calle del trayecto de la maratón a ver en vivo lo que significa y el escenario es distinto, hordas de gente corriendo por las calles vacías de Santiago luchando por terminar un objetivo, ver a esa masa de gente reunida bajo una misma consigna es fascinante. Desde la orilla del recorrido piensas en que si pudiéramos encontrar la fórmula para canalizar toda esa fuerza de voluntad y sumar más personas al movimiento este país no tendría esos preocupantes índices de obesidad infantil, diabetes, problemas óseos, articulares, cardiacos, etc. Piensas tanto en eso que “para la próxima si que vas a ir”.
La historia como corredor no es ni siquiera comparable con las anteriores porque para empezar nada de esto importa. Te preparaste para la maratón. Ahí, en medio de la muchedumbre enardecida esperando la largada, eres tú contra todos. Si fuiste con GPS incluso contra ti mismo. Es una competencia de verdad, donde todos tienen posibilidades de ganar, no como la mal llamada “competencia” en los negocios donde siempre gana el que tiene más, aquí simplemente ganará el mas rápido, el mejor. Miras la hora y calculas que ya deberías prender el GPS y la música para no entorpecer tu largada, cediéndole el turno a ese playlist que preparaste con días de antelación de probar su valía. Comienza a sonar la música y a través de los audífonos puedes escuchar la cuenta regresiva… Los corredores a tu alrededor comienzan a saltar intentando sacarse un poco de adrenalina de encima, el pulso se incrementa y comienza la carrera…
Decenas de miles de pies azotando su marcha contra el cansino pavimento santiaguino se sienten como un rugido entre esa selva de concreto. Intentando coordinar la respiración se consumen los primeros kilómetros que dividen a los que fueron a competir de los que fueron a participar. El corazón, los pulmones y la música entran en sincronía y ya estas derechamente corriendo por tu objetivo.
Si no has participado imagínate correr como lo hacías cuando niño: sin preocupaciones. En las calles vacías de Santiago, solo preocupado por hacer lo que viniste a hacer. Sin el prepotente tirándote el auto o metiéndote un bocinazo. Sin los autos mal estacionados. Sin semáforos. Sin detenciones… simplemente correr.
Hasta que llega un momento en la carrera en que no estás compitiendo con nadie más que contigo mismo, contra ese impulso tan natural que te empuja a detenerte y descansar. Contra esa faceta conformista que tenemos todos, que rápidamente calcula que es más fácil abandonar que persistir. Y así van… cientos quedándose atrás… transformándose en un amplio porcentaje de los que no cumplieron su objetivo.
Ya en el kilómetro final, cuando ves tan cerca la meta y tu cuerpo se hizo uno con tu voluntad, piensas en que nada en la vida es tan terrible como renunciar a tus sueños, que nadie correrá tus carreras y que mantenerse de pie cuando otros deciden rendirse es la diferencia decisiva que tienen nuestras vidas. Comprendes la dimensión mental del deporte, que aquí no hay ganadores o perdedores, sino que perseverantes y rendidos. Piensas en que la única manera de inculcar el deporte en los más jóvenes es mediante el ejemplo, con tú ejemplo.
Concuerdo en que el precio es exagerado pero en términos generales nada de lo que Guarello esboza en su impronta es relevante para un deportista, eso es para televidentes. ¿Ud. cree que los que van a la maratón van por el llaverito, el plátano o la gatorade? ¿Ud. cree que van a sacarse fotos con el famosillo? ¿Ud. cree que van todos a prepararse para ser medalla de oro en los próximos juegos olímpicos? ¿Ud. cree que la gente va esperando salir en la revista cosas?.
La situación actual del deporte chileno se explica con comentaristas como Guarello, enfocado en el ámbito comercial y comunicacional de una actividad (en este caso la maratón de Santiago) en vez del increíble potencial de desarrollo individual y social de la misma.